Descripción:
La chaya (también chay o árbol espinaca) recibe el nombre científico Cnidoscolus chayamansa Mc Vaugh (chaya) o Cnidoscolus aconitifolius (Milles), ambos aceptados como sinónimos.1 Esta planta crece en América Central: Belice, Guatemala, Honduras y en lugares calientes de México, como Tabasco y la península de Yucatán, así como en Nigeria, África.
Composición:
Varios reportes coinciden en señalar que la chaya es rica en hierro y proteína de buena calidad (cerca de 5.7% de proteína), pero que también contiene fibra cruda (1.9%), calcio (199 mg/100g), potasio, vitaminas A y C, además de compuestos carotenoides, minerales magnesio, sodio, cobre y zinc, esenciales para las funciones cerebrales y el crecimiento.
Uso:
Los extractos de chaya se pueden hacer en forma de té, es decir, extractos acuosos, poniendo hojas de chaya, frescas o secas; aunque también pueden ser tallos hervidos durante cinco minutos en agua. Ésta es la forma en que la mayoría de la población consume la chaya. Sin embargo, los científicos prueban otras sustancias para hacer la extracción, pensando que de esta manera se obtienen otras sustancias que no se disuelven fácilmente en agua. Entre las más comúnmente probadas están el alcohol etílico (extractos etanólicos) y el alcohol metílico (extractos metanólicos).
Posología:
La chaya (C. nidoscolus o C. aconitifolius) ha mostrado tener propiedades sorprendentes, pasando a ser uno de los productos naturales que con mayor cuidado científico debería ser estudiado. Así, todos estos estudios indican que los extractos acuosos de hojas, tallo y raíz son excelentes para revertir los daños por diabetes, estrés oxidativo o cáncer.